jueves, 27 de agosto de 2009

Colorado el 7

No sólo el canal estatal está al rojo vivo, sino que los de cable no encuentran consuelo y su disgusto es inevitable. Un total de cuatro millones de espectadores se vieron reflejados en las planillas de rating con los partidos de Boca y River, sumando las dos emisoras que los transmitían. Una cifra fabulosa que sólo contempla a Capital Federal y el Gran Buenos Aires, entonces permítanse imaginar todos los millones más que disfrutaron en el resto del territorio nacional viendo a sus clubes de manera gratuita.

Se fue el fútbol codificado, usted ya sabrá donde meterse el decodificador comprado hace dos meses porque estaba harto de perderse los partidos, quizás le sirve en un asado. O seguramente lo podrá exportar a algún otro territorio donde lo necesiten más que nosotros.

La televisión es de todos, el fútbol pasó a ser de todos o por lo menos de muchas más personas que antes. Estaban aquellos que se iban al café del barrio, a ver el clásico de la fecha. Otros que alquilaban los famosos “packs” de las empresas de teve satelital y disfrutaban de la tarde en familia, claro que cuando llegaba la facturación del mes eran unos cuantos pesos más. Y había otra gente que no tenía un mango ni para un cortado en un bar, y lo miraba desde afuera, con la ñata contra el vidrio, tan nervioso como los de adentro del recinto que convocaba las miradas de todos los amantes de la redonda

número 5.

Todo eso se acabó a partir del pasado fin de semana, dónde a través de la televisión pública, Grondona, más el oficialismo, más Canal 9 y América, esta última emisora liderada por el diputado Colorado, ese que es común como vos, nos dan la posibilidad de ver, sufrir y disfrutar de los 10 partidos de cada fecha. Lo que realmente preocupa es que tanta generosidad no se la cobren a la gente más adelante, porque hasta ahora no ponemos ni una moneda, y eso es lo más sorpresivo de todo lo que ocurrió.

Hay periodistas felices con esto, otros que derraman lágrimas de cocodrilo. Hay voces que repiten una y otra vez que el fútbol es de todos, otras dicen que hay familias en la calle por esta determinación. Algunos referentes dan por terminado un verdadero monopolio televisivo, donde se abren las puertas de un nuevo periodismo. Otros critican la decisión tomada y se aferran de los errores que cometen algunos colegas.

Hasta resulta insólito que tengamos el acceso casi por demás de los goles de la fecha antes del domingo las 22, cuando comenzaba el programa que retenía esos goles, para que vos te pegaras a la pantalla. Ahora tenés todos los tantos de la jornada a tu disposición, algo impensado hace 6 meses atrás, pero que no deja de ser algo que el público esperaba y deseaba pero que no era tarea simple.

Hoy todo es diferente, nuevas caras, algunas remontadas de las tinieblas que pegaron el manotazo de ahogado y les dio resultado. Por eso el fútbol se transformó en el inicio de una era distinta, basada en poder dejar que la gente disfrute de una gran pasión, de un romance que surgió en los años mozos de Pancho Varallo y de la Máquina Millonaria, un amor que no tiene precio y que jamás lo tendrá, por más que alrededor de él se muevan millones. Esto no deja de ser un negocio y eso se sabe, pero quien le quita la alegría a la antena con la papa, al coaxil pelado a medias para sintonizar el canal estatal. Lo paradójico del asunto es que se resignaron millones para los bolsillos de algunos y se le abrió la puerta del fútbol para millones de personas que hoy disfrutan entre medio de una ronda de mates, de un café o de algún refresco el grito de gol de su club y sin enterarse por el vecino ni por los tiros lejanos, sino porque lo ve en su casa, con su familia y con la camiseta en su pecho, celebrando que el fútbol está de vuelta, y que se quedará por muchos años en la retina de un país.